inicio

temas Palabra salmos de oriente ecumenismo advertencias

TEMAS

anterior

06/06/2006

siguiente

la Biblia

texto 1

La búsqueda de la Verdad significa un sacrificio y, tanto más absoluta sea esa Verdad, a tantas más cosas habrá que renunciar y más escabroso será el camino para llegar hasta ella. No se pueden trasmitir experiencias, sólo se puede indicar una dirección, y empujar y animar a emprender la marcha.
Pero la comodidad humana tiene mucha más fuerza que su anhelo de sabiduría, por eso el ser humano ha ideado maneras de conocer lo absoluto sin renunciar a nada, para así, hundido en su relativismo inerte, sin necesidad de emprender ninguna andadura arriesgada, poder enunciar Verdades absolutas y forzar a las gentes a su acatamiento.

Para eso están las religiones, los dioses y los sacerdotes, para que las gentes puedan acceder a las cosas trascendentes sin renunciar a la mediocridad. Pero esas “verdades absolutas”, traídas desde el confín del espíritu hasta el mundo material, no sirven para nada. Cuando las cosas del espíritu se sacan de la realidad donde tienen su verdadero sentido y se trasladan al mundo de la razón, pierden toda su fuerza y se convierten en creencias irracionales y, a la postre, en pura fantasía. No es posible conocer una verdad por la descripción que otro pueda hacer de ella. La única verdad válida para un hombre es la que él mismo haya alcanzado a experimentar.

Si la Biblia ha de servir para ahorrarle a los hombres el esfuerzo de ir a encontrar la Verdad por sí mismos, entonces la Biblia es un engaño, una montaña de inexactitudes, de relatos absolutamente increíbles, y de muchas normas, puestas en la boca de Dios y tenidas por eternas, pero que son a todas luces normas generadas por el miedo y la ignorancia. La Biblia, en definitiva, no es sino la mitología de un pueblo cuya cultura le encerró en una especie de introversión social, una endogamia enfermiza, y, en consecuencia, una pérdida de contacto con la realidad.
La Biblia no es “Palabra de Dios”, sino “palabra de hombre” en dirección a Dios.

El hombre hundido en el relativismo de un espíritu sin fuerza se siente como si caminara sobre arenas movedizas, y entonces necesita inventarse puntos de apoyo, ideas absolutas, a las que aferrarse para no sentir pánico. Fácilmente deja convencer de fábulas y de poderes sobrenaturales que vienen a resolverle sus problemas sin necesidad de hacerles frente él mismo.
La necesidad de los jerarcas de enunciar verdades absolutas, de dictar normas y principios dogmáticos, es una necesidad pueril y muestra un absoluto desconocimiento de la verdadera sabiduría y de la esencia del mensaje cristiano.

El Cristo es Camino, y no existe camino que exima de la obligatoriedad de recorrerlo.
Es un Camino luminoso, donde ya no existen los tropiezos de las culpas, ni las tapias del miedo, ni el abismo de la muerte. Pero es el Camino que hay que recorrer de principio a fin sin tomar ningún atajo. El que ama las cosas del mundo, incluso su comunidad eclesial, incluso sus libros religiosos, incluso la Biblia, el que ama estas cosas más que al Cristo, ése no es digno del Cristo. La Verdad no es lógica sino ontológica. La verdadera Palabra de Dios no está escrita en ninguna parte, ni existe texto escrito en lenguaje humano que signifique nada absoluto ni eterno.

anterior

06/06/2006

siguiente