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20/07/2007

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la Biblia

texto 11

Sacar un versículo o una idea expresada en la Biblia del contexto y del conjunto del mensaje puede llevar a importantes equívocos. En una lectura literal y fuera de todo contexto, sacarse un ojo o cortarse una mano pudiera parecer un signo de cristianismo, y dejar morir a un padre sin atenderlo ni enterrarlo, o dejar abandonada a la esposa y a los hijos en la miseria, serían hechos que se podrían justificar y hasta considerarse grandes méritos si las palabras de Jesús no se comprendieran dentro del conjunto de su mensaje.

Jesús le da a Pedro la facultad para perdonar y retener, para atar y desatar. Fuera de todo contexto, ese pasaje bíblico resultaría ser una contradicción importante para con el resto de su predicación. Sin embargo, en otro pasaje, Jesús le dice lo mismo al resto de sus amigos. El sentido es claro: Todo aquél renacido en el Espíritu, todo el que siga a Cristo de manera auténtica e incondicional, tiene el apoyo y el beneplácito del Cielo. No significa un hecho de poder sobre otros, sino un hecho de verdadera autoridad interior.

Jesús le manda a Pedro a pastorear sus ovejas, y sólo enuncia una condición: “¿me amas más que éstos?” La capacidad para conducir a otros no es un poder humano que da el Cielo y que permite manipular los corazones y las conciencias de los hermanos, a la manera del antiguo testamento, sino que es la capacidad que el hombre adquiere en virtud de la incondicionalidad de su propio Amor. Y esa capacidad no puede ser medida ni acotada por ninguna institución, sino que se manifiesta en los hechos y en los frutos.

Cortarse una mano o sacarse un ojo no es algo atractivo, por eso estas ideas han sido correctamente interpretadas por todas las iglesias. Pero tener capacidad para salvar y condenar, tener el poder absoluto de las conciencias de los hombres, esta idea es muy golosa para todos aquellos sedientos de poder y que ansían ver sometidos a sus decisiones a los demás seres humanos. Por eso, la iglesia romana, tan inteligente en sus interpretaciones bíblicas, ha decidido mantener su torpeza intelectiva en estos aspectos.

Hay sin embargo pasajes bíblicos que no tienen necesidad de muchas interpretaciones: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, esto es: Renunciar y entregar la propia vida para que otros vivan. No la iglesia romana en sí, ni siquiera las personas concretas que la integran, sino la cúpula romana como institución, no sólo no da la vida sino que se afianza a ella con uñas y dientes, y se introduce en la conciencia de los demás para preservar su poder, dispuesta a arruinarles la vida si esto fuera necesario.

En el ámbito del Espíritu, no existen mentiras pequeñas, no existen mentiras piadosas, no existen mentiras beneficiosas. Cristo no acepta edificar su Iglesia sobre ninguna mentira. El mundo rechaza la mitología impuesta por ese gran imperio romano religioso porque sus palabras no resuenan en sus corazones, no se oye el timbre de la voz del buen Pastor. Por eso los laicos se refugian cada vez más en sus propias vidas e intentan suplir con la razón lo que no se le da en el espíritu: Absoluta ausencia de Testimonio.

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20/07/2007

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