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10/06/2006

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el Reino

texto 1

Toda la Biblia se ilumina al llegar a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. A partir de ahí la hojarasca desaparece y el tronco se muestra recio y bien arraigado al naciente del manantial del Agua de la Vida. Vencida la muerte, la única realidad importante y que ha de servir de referencia para comprender todo lo demás es la realidad espiritual del Reino de los Cielos.

Fuera del Reino, el ser humano depende absolutamente de los estímulos externos, como la familia y la sociedad, y de los estímulos internos orgánicos. La enfermedad, la exclusión social, el fracaso afectivo, todo esto puede hundir al hombre. Fuera del Reino, la vida sólo puede tener sentido si se ha alcanzado una estabilidad social, si hay plenitud afectiva y si la salud es razonablemente buena. No tendría mucho sentido una profunda alegría en medio de una enfermedad grave o en medio de la completa exclusión social.
Dentro del Reino, la salud, la economía y el prestigio social son circunstancias que no afectan esencialmente la Paz interior del ser humano. Dentro del Reino, el hombre tiene Vida en sí mismo, no necesita tomar la vida de las cosas que le rodean, porque desde su interior mana un torrente de Agua viva que no se agota nunca.

Materia y espíritu siempre están juntos en todo lo que existe.
Lo que surge de la tierra está dominado por la materia. La materia es puro orden, y el orden se deteriora porque el tiempo lo deshace. Todo lo que surge de la tierra está llamado a morir para ceder espacio a lo nuevo que va llegando.
Lo que baja del Cielo está dominado por el espíritu, y el espíritu es Amor. El orden que permite la expresión del Amor se deteriora, pero el Amor no se deteriora nunca. Siempre vuelve a surgir, y cada vez con más fuerza.
El mundo material surge de la tierra y se eleva hacia el Cielo, pero el Reino baja del Cielo para abrazar la tierra. Es el coito sagrado, las nupcias eternas entre el Cielo y la tierra, entre el Cristo y la humanidad.

Sin la presencia real y tangible del Reino en la tierra, las iglesias sólo son asociaciones ideológicas destinadas a controlar la moral pública y privada, sostenidas por una serie de promesas difusas de una vida eterna que no se comprende y en presencia de un Dios que no se ve. Los ritos ayudan a evadir al ser humano de sus preocupaciones, y la congregación en asambleas resulta una buena terapia para subsanar problemas de autoestima.
Cuando la presencia del Reino es real y tangible, las iglesias se convierten en expresión de una realidad superior, y su única función es dar testimonio de la existencia de este Reino de los Cielos en el que el hombre es completamente libre porque vive en la Verdad, y no teme la muerte porque tiene Vida en sí mismo.

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