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23/06/2006

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el Reino

texto 6

El hombre renacido en el Espíritu no encuentra límites en su espacio interior, nunca se encuentra aprisionado por sus propias ideas, ni por sus deseos. Cuando un ámbito espiritual se cierra, se abre otro, y otro más. Y en cada ámbito hay riqueza, y el Agua de la Vida mana como un torrente resucitando la parte del ser que hombre entregó a la muerte para poder subir un peldaño en su Camino de trascendencia.

Lo interior y lo exterior deben corresponderse y así se alcanza la plenitud. El cosmos se desplaza buscando el encuentro de las dos realidades, y la identificación de ambas significará la culminación de la razón de ser del universo. Si el Agua de la Vida mana del interior del hombre renacido en el Espíritu, esa realidad no estará bendicida desde lo alto mientras no exista una expresión equivalente hacia el exterior.

El árbol que no da fruto llega el leñador y lo tala. El hombre que, encontrando el Manantial, no sirve de conducto para dar de beber al mundo en el que vive, ése está condenado a ahogarse en su propio hallazgo. Las doctrinas religiosas moralistas, que pretenden encajar al hombre dentro de los límites de la bondad, lo que realmente hacen es prepararlo para su definitiva perdición. Buscan prosélitos para extraviarlos.

El que no entregue su vida nunca la encontrará. El que no dé testimonio, jamás disfrutará de la presencia del Cristo en su interior. El que se acomode a un orden de cosas y no sea capaz de prender fuego para que lo auténtico prevalezca y lo falso se consuma, a ése se le pedirá que devuelva todos los dones que le fueron entregados.
El que no muera por Amor, no vivirá en el Amor.

El testimonio destinado a promocionar una iglesia o un grupo de una iglesia no tiene el respaldo de Dios. No es honesto utilizar el nombre de Cristo para hacer propaganda de una institución. El hijo del Reino es una persona libre, habla haciendo uso del nombre de Cristo pero no está sometida a ninguna jefatura espiritual, ni obedece consignas de ningún grupo religioso. Así es como actúa el hijo del Reino de Dios.

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