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05/08/2006

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el Reino

texto 10

La tierra donde se habla mi idioma, esa tierra realmente existe. Si yo hubiese nacido engendrado por este mundo, se me entendería perfectamente cuando hablo, y yo también entendería y resonaría con las cosas que se dicen en el lenguaje de este mundo. Reconocería aquí mi patria. Pero yo recuerdo cosas que ahora no consigo ver en ninguna parte, y sin embargo otras cosas que me suceden no forman parte de ninguna realidad que yo pueda reconocer como propia. Mi mente me habla de experiencias que yo no he vivido, pero que forman parte de mi ser.
Mi Patria existe, pero para mí es evidente que no está en este mundo.

Me he dado cuenta de que yo podría hablar y hablar de mi Patria, describirla hasta el más pequeño detalle, que en realidad estaría perdiendo el tiempo. El que viene de allá, ése ya sabe todo lo que yo pueda decirle, pero el que pertenece a este mundo, ése no lo entendería aunque se emplearan las palabras más sencillas y significativas. Por eso es que existen muchas cosas ocultas para los hombres, no porque nadie se haya esmerado en esconderlas. El ser humano es el que se esconde, por puro temor levanta escudos tan grandes que le tapan los ojos.
No ven, se quedan donde están, no van a ninguna parte.

Pero no voy a permanecer indefinidamente en esta tierra extranjera, debo caminar hacia mi Patria. No existe ningún atajo que pueda facilitarme el Camino, he de recorrerlo paso a paso. Y el Camino atraviesa este mundo extranjero desde un extremo hasta el extremo opuesto. No se puede caminar sigiloso esquivando obstáculos ni eludiendo dificultades, porque entonces se abren en el trayecto cientos de desviaciones, aparece el relativismo y ya no hay Camino. Hay que cruzar este mundo extranjero hablando de cosas que las gentes no entienden y creen entender, que es lo más triste.
La verdadera estupidez es la que se esconde detrás de prepotencia.

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05/08/2006

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