inicio

temas Palabra salmos de oriente ecumenismo advertencias

TEMAS

anterior

12/06/2006

siguiente

las Bodas

texto 2

La sexualidad es el vacío que da sentido a la totalidad del ser. Es la carencia que no puede ser saciada definitivamente, sino que siempre vuelve a surgir desde el interior. Por eso el ser humano se mantiene vivo y vigilante, por eso mira al horizonte y anhela lo que no ve, y por eso se arriesga a cruzar países desconocidos en busca de la plenitud para su vacío insaciable. La sexualidad, mucho más grande y compleja de lo que es el puro sexo, es la que impulsa al ser humano a la búsqueda de la trascendencia.

El que busca en la espiritualidad el sentido de la vida no se deja arrastrar por la sexualidad, porque sabe que una realidad tan importante de su ser tiene necesariamente que ser observada y comprendida para que no sea un obstáculo sino un impulso. Con razón las religiones y todas las formas de espiritualidad establecen normas estrictas en relación con la moral sexual. La sexualidad descontrolada concede todo el poder al cuerpo, que somete al espíritu y acaba destruyendo la integridad del propio ser.

Para el habitante del Reino, aquél que ha renacido en el Espíritu, la sexualidad es como el pulmón del espíritu, es el vacío que puede ser llenado con el Amor de Dios, con la presencia del Espíritu Santo. Y al mismo tiempo, la sexualidad, origen del amor de la pareja, presenta de forma tangible la realidad más sublime del Reino: Las Bodas entre el Cielo y la tierra en un enamoramiento apasionado que no se consume porque no existen obstáculos que puedan ensuciar el Amor enamorado del Dios Esposo.

La iglesia romana ha condenado la sexualidad con un moralismo obcecado reduciéndola a una relación indisoluble de pareja y al acto de procreación, privando así la sexualidad de su dimensión trascendente. Para el habitante del Reino la relación de pareja es indisoluble de por sí, aunque no lo diga ninguna iglesia, porque el que ha renacido en el Espíritu no podría vivir lejos de la lealtad. Pero para el que no habita en el Reino, estas normas morales le destruyen, le hunden en la sinrazón.

Jesús de Nazaret sólo habló de la fidelidad en el matrimonio a la Luz del Reino. Pero la iglesia romana no ha mostrado al hombre el Camino del Reino porque no lo conoce ni lo ha recorrido nunca, sin embargo le impone normas que sólo pueden ser cumplidas por aquellos que han renacido en el Espíritu. De esta manera someten a los fieles a un yugo demasiado pesado, muchas veces insoportable, creando un continuo sentimiento de culpa, lo que permite una manipulación más eficaz de los jerarcas sobre el pueblo.

Que muestren primero el Reino a sus fieles con un testimonio de verdadera pobreza deshaciéndose de todo lo superfluo, testimonio de entrega incondicional para con los desfavorecidos del mundo, testimonio de cercanía y sencillez apartándose de todos los ritos ampulosos, pomposos y rimbombantes, y que luego propongan normas morales sobre sexualidad, normas que se deriven de la realidad espiritual que estén mostrando y que no sean sólo el resultado de las investigaciones de los ideólogos extranjeros.

anterior

12/06/2006

siguiente