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Se pueden manipular las percepciones con el objeto de agudizar la sensibilidad, se pueden acallar las palabras que la mente pronuncia para acercarse al silencio interior, se pueden forzar las ideas para evitar caer presa de la imposición de las estructuras ideológicas propias de la cultura vigente, se pueden limitar los propios actos con el fin de no perder la libertad, pero el que intenta obstruir la fuente del amor que mana espontáneamente de su corazón, ése se está destruyendo a sí mismo, está debilitando e inutilizando la totalidad su ser.
El amor es sagrado, es el manantial del que todo el ser se alimenta: las percepciones, las palabras pronunciadas por la mente, las ideas y las acciones.
Aquél que no es libre tampoco es dueño de sus ideas ni de sus actos, por eso se esmera en bloquear el manantial del amor. Busca la libertad en la frialdad del corazón, cree que matando su ser puede dominarlo, pero donde no hay vida tampoco puede haber libertad.
La sociedad limita al hombre retirándole su amor. Lo aísla excluyéndolo, le retira su confianza o incluso lo encierra en una cárcel. La familia educa a los hijos midiendo el amor, dándolo cuando la conducta obedece a los cánones, retirándolo cuando la conducta no se corresponde con ellos.
Toda ley aparece en la ausencia del amor, por lo tanto la ley obtiene su eficacia del hecho de matar el ser para evitar que se exprese.
Sin embargo la libertad tiene su origen en el Amor: El que se siente amado se siente libre. La libertad del ser humano se corresponde exactamente con la conciencia que tenga en su interior del Amor de Dios. En el Amor no existe el descontrol porque el Amor limpia al ser humano y saca de él lo más elevado. Pero las leyes sólo entienden de límites, sólo saben matar para hacerse respetar. El hombre libre ama sin ley, y de sus actos nunca se derivará ningún mal.
Dios da la libertad al decir: “mi Amor no está condicionado por tu conducta, siempre estaré contigo.” Al escuchar esto, el ser humano comprende todas las leyes y observa cómo se cumplen plenamente en su interior sin ningún esfuerzo.
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