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16/08/2006

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sabiduría

texto 8

En toda construcción humana existe el intento de controlar aquello que se desplaza y cambia. El tiempo, sin la obra humana, parece como si arrasara con todo y le arrebatara la existencia al pasado sin cuidar del valor ni de la importancia de la realidad que en su momento tuvo alguna significación especial. La memoria humana permite retener vivencias que ya no existen en la realidad objetiva, y los sistemas sociales pretenden dominar el paso del tiempo mediante estructuras estables regidas por leyes y normas inalterables. La vida del ser humano es una continua lucha contra la vejez y la muerte.

El ser humano experimenta impresiones hermosas en el transcurso de su vida, pero que luego siempre se desvanecen. No puede atraparlas, el tiempo se las lleva y ha de esperar a que surjan por sí mismas otra vez. Esta belleza que se escapa representa muchas veces el ideal de lo que él quisiera vivir permanentemente. Entonces intenta perpetuar esas vivencias pasajeras afianzándolas en una construcción obra de sus manos. El arte es el intento de detener el tiempo de lo bello o de lo intenso, para poder revivirlo sin necesidad de que se presenten las circunstancias naturales que lo originaron.

El hombre que vive alimentándose del Origen deja pasar el tiempo y sabe encontrarle sentido a todo lo que sucede, y es capaz de reconocer la belleza del desvanecimiento de la propia belleza. El hombre que vive alimentándose del Origen no afianza ideas en su mente, porque sabe que la Verdad sólo permanece viva cuando no se la intenta atrapar. Si lo que hoy pienso es imagen de la Verdad, no importa que esa imagen muera, porque mañana volveré a ver la misma Verdad, aunque la imagen que la represente sea distinta. El que se alimenta del Origen se mantiene en la Verdad dejando morir las ideas.

No existe nada más opuesto a la Verdad divina que la implantación de dogmas y de doctrinas ortodoxas. Lo que es indiscutible, ya se defiende a sí mismo, no necesita ser protegido por las ideas. El orden que ayuda al hombre a caminar hacia el Reino del Amor es contrario a las doctrinas ortodoxas, porque el Orden divino, aun siendo siempre el mismo, se manifiesta de diferente manera a cada paso del Camino, mientras que la ortodoxia pretende petrificar una imagen de la divinidad, intenta traer la eternidad al mundo en lugar de llevar al mundo hacia la eternidad.

El sabio del mundo es un gran almacén de ideas estructuradas, pero en realidad se equivoca en todo, porque su sabiduría se estanca, pero la realidad nunca se detiene. El verdadero sabio no pretende saber nada, sino que descubre a cada paso la Verdad, y siempre es la misma, y siempre es nueva. La verdadera misión de aquellos que pretenden ser pastores de la humanidad nunca será la imposición de ideas ni de doctrinas ortodoxas, sino dar testimonio de que aquello que es auténtico no puede morir, y si se desvanece a los ojos de los hombres, es sólo para alcanzar una realidad superior.

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16/08/2006

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