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12/08/2007

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sabiduría

texto 11

Lo sobrenatural no se alcanza en una ruptura con lo natural, sino que está en la base de la naturaleza misma. Lo natural es simple y sencillo de por sí, porque carece de toda artificialidad, de toda premeditación. La artificialidad es el uso de la naturaleza forzando sus leyes para poder alcanzar de una manera rápida lo que no se produce naturalmente.
Cuando el hombre abandona toda artificialidad, no pretende conducir los procesos naturales según sus propios criterios sino que se adecúa a la absoluta simplicidad, entonces lo sobrenatural deja de ser algo inalcanzable y se presenta como una realidad evidente, fácil de comprender, no como algo ajeno al ser humano, sino algo propio.

Muchos que dicen ser iluminados y videntes pretenden hacer valer sus visiones adornándolas con hechos aparatosos e incomprensibles: Luces cegadoras, voces misteriosas, estados de absoluta perplejidad y confusión, y dicen que éstos son hechos sobrenaturales, y que ésta es la manera como Dios se revela al mundo, sobrecogiendo.
El dios heredado del paganismo y de las leyendas de antiguas culturas siempre se ha presentado de una manera impositiva y a veces aterradora, con el objeto de que los hombres se le sometan por miedo a fuerzas superiores que pueden beneficiarles o perjudicarles en sus vidas. Así los intermediarios lograban poder sobre el pueblo.

El verdadero Dios Amor, Origen de todo lo que existe, no se esconde de los hombres, ni aparece asustando, ni confundiendo, ni sobrecogiendo a los seres humanos. El Dios Amor, verdadero Origen, no se esconde del ser humano, siempre está visible y presente, pero sólo puede ser visto por aquellos que hayan descendido a la absoluta simplicidad.
La absoluta simplicidad y la pura naturalidad son una misma cosa. Cuando el cálculo, la artificialidad toma el poder del hombre, la inteligencia le convierte en torpe e ignorante, el análisis de las cosas le lleva al profundo desconocimiento del objeto de su análisis, y la agudeza visual sólo le permite ver sombras y, con ellas, construir fantasías pasajeras.

Muchos iluminados pretenden convertirse en líderes, porque dicen haber sido capaces de ver y de escuchar cosas que son invisibles e inaudibles para todos los demás. Pero el verdadero pastor en el Camino de la Verdad no es el que se sitúa de intermediario, sino el que conduce a los todos demás a ver y oír, por ellos mismos, lo que él ha visto y oído.
Los teólogos se confunden, unos rebaten las apreciaciones de los otros, quieren llegar a consolidar con palabras e ideas una verdad inmutable, y lo único que consiguen es alejar a Dios del mundo. «Yo te bendigo, Padre, porque estas cosas se las has ocultado a los prudentes e inteligentes, y se las has revelado a los sencillos. Así te ha parecido mejor.»

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