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Aquellos que buscan a Dios para resolver sus asuntos materiales y poder vivir con más acomodo, ésos elaboran rezos eficaces para enternecer a un dios eternamente malhumorado. Cuando los rezos no dan el resultado que ellos esperaban, buscan intermediarios para aumentar la presión, pues se imaginan que la benevolencia divina no depende tanto de la conveniencia de lo que se pide como de la cantidad de gente que lo pida. Con este fin, canonizan santos y levantan altares para venerar a vírgenes, que, por su condición de mujeres, de seguro serán más fáciles de convencer que a Dios mismo, un juez de corazón frío que existe regodeándose en su propia plenitud.
Aquellos que buscan a Dios para poder tener influencia en el pueblo a través de las fuerzas religiosas, ésos designan jerarquías y enuncian dogmas. De esta manera se crea la institución religiosa en la que los hombres sin verdadera autoridad espiritual pueden sin embargo ejercer poder sobre el pueblo arropados por las leyes religiosas. Las jerarquías garantizan los privilegios de poder, los dogmas sirven para mantener protegida la institución. Dada la fragilidad espiritual de estos procedimientos, se hace absolutamente necesario el soporte económico, que será tanto más estable cuanto más fieles y prosélitos se consigan. Dicen “evangelizar” y quieren decir engordar.
La mayoría de los hombres con verdadera autoridad espiritual, hombres libres, quedan siempre excluidos pues serían un peligro para la cohesión institucional. Los mandatarios sólo pueden gozar de sus privilegios si cumplen la condición de asumir, con convicción interior o sin ella, todos los principios dogmáticos estipulados. La idea no explícita pero subyacente es que es mucho más importante estar dentro de la institución que estar en la Verdad. Hacen creer al pueblo que Dios no actúa si no es a través de la institución, y que toda tentativa de alcanzar a Dios fuera de ella está condenada al fracaso, e incluso podría caerse en la herejía, lo más odiado por ese dios que les guía.
La única eucaristía verdadera es aquella que convoca a las personas que se saben bendecidas por Dios y espontáneamente se sienten impulsadas a compartir el hallazgo. Cuando la eucaristía está fundamentada en los ritos, eso significa que se está haciendo uso de los rezos para conseguir el acomodo mundano. Cuando la eucaristía está mediatizada por los dogmas, eso es señal de que está siendo utilizada para que privilegios de poder queden garantizados. Cuando la eucaristía se convierte en una obligación desagradable, éste es el signo del rotundo fracaso de una iglesia, que no mira en verdad a Cristo, sino que sólo mira por la supervivencia de sus prerrogativas.
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