|
Las ideas son como retoños carnosos, de la tierra brotan y la tierra los alimenta, la lluvia los riega, el viento los agita y así crecen hasta dar fruto. A su tiempo mueren para servir de alimento y dejar sitio a nuevos retoños, nuevas ideas. Pero si las hierbas se entrelazan y se enredan hasta formar una masa compacta, entonces se endurecen y se secan; la masa se echa al fuego y arde. La masa de ideas enredadas es el combustible para la hoguera. Y está ya preparada, sólo falta una chispa para que la hoguera se encienda.
Los legalistas judíos se jactaban de ser hijos de Abraham. Los jerarcas de las iglesias se jactan de pertenecer a la sucesión apostólica. Los judíos tejieron una masa dura y compacta con las leyes heredadas de sus antepasados. Los jerarcas han tejido una masa dura y compacta con las doctrinas heredadas de los viejos concilios. Jesucristo invitó a los judíos a deshacer la maraña legalista para poder acceder al Reino, pero ellos se negaron. Cuando llegó el día toda esa masa ardió: Así arderán muchas iglesias.
Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. No se puede ser esclavo de las ideas y siervo del Amor al mismo tiempo. Aquellos que anteponen la obediencia a una institución antes que la obediencia a Dios no son dignos de llamarse siervos de Cristo. Unas ideas no se combaten con otras ideas, con eso solamente se consigue enredar aún más la masa para quedar preso dentro de ella. Lo único que puede deshacer una maraña de ideas es el Amor. No la idea ni la palabra Amor, sino su testimonio explícito.
|
|
